jueves, 2 de diciembre de 2010

¿Sabés?

I

Yo sé
que mi tiempo personal es muy distinto al objetivo,
y también al personal ajeno.
Entiendo que
un flujo de conciencia está compuesto por
pequeñas conciencias temporo-espaciales.

Mentes convertidas en momentos,
momentos: partes individuales que conforman un todo.
A→B
B→C
Ese todo es la conciencia absoluta del mundo,
lugar
donde confluyen todas las mentes que pisan esta tierra.

Todas.

Mineral, Vegetal, Animal.
Y Humana.

Dentro de nuestra raza,
se cree que embeviendo nuestra
carne mental
en el silencio de la espiritualidad,
podríamos quizás,
tal vez,
acercarnos,
apenas acercarnos,
a la vaga idea de lo que sería
el poseer La Conciencia Absoluta del Mundo.

Nuestros ojos estallarían en luz
y nuestra alma abrazaría el infinito,
como si lo sostuviera dentro de un frasco
y lo observara diciendo:
“al final era esto?” .

Y yo,
que sobre temas del alma
se poco y nada,
sí sé
que desde mi finita y recóndita mente,
la sola intención de imaginarme
cómo funciona en un otro,
es costosamente ruidosa.

II

¿Piensa con palabras cómo yo?
De eso estoy prácticamente segura que sí.
¿Las reglas son las mismas?
Eso no lo sé,
debería suponerse que sí.

Pero cuando él,
el quien sea,
el fulano que viene a hacer de otro,
cuando él piensa...
¿Qué piensa?
¿Cómo lo piensa?
¿Desde dónde?
¿Hacia dónde quiere ir con lo que piensa?
¿A más pensar?
¿A un pensar sin límites?
¿A un pensar el pensar?

No sé,
nada de eso sé.

Sí intuyo que sé,
que
esa mente,
con la que
s i m p l e-mente
tengo que
interactuar,
es jodidamente
imposible de descifrar.

Sin embargo,
sé con certeza
que convivimos.
Sé que nos enchastramos
los cuerpos de
pensamientos,
salpicamos a todo aquel
que pase a nuestro lado,
para hundir así a
nuestro menti-mundo circundante
en un mamarracho mental.



III

Sí sé
(y esto,
creánme
que lo sé),
que interpretamos y re interpretamos
lo interpretado
sobre el pensar de un par.
Buscamos lugares distintos
desde dónde agarrarlo,
para poder elegir
aquel que más
se adecúe
a lo que
una cree
que es
(o al menos eso debería ser)
el pensar
del otro.

Lo significamos
de un lado para el otro,
y por último,
amasamos bien
cada palabra
que creimos oír.

Usualmente,
está en nuestra naturaleza
agregarle a la mezcla
algunas otras
palabritas,
que
nos parecieron
ver
entre líneas”.

Y después de tanto,
Y después de todo,
una se pregunta:
¿Y si me dedicara a cultivar kiwis en Nueva Zelanda?

No hay comentarios:

Publicar un comentario